miércoles, 12 de marzo de 2014

Para resistir las tentaciones



Como parte de mis estudios durante mis años de seminario tuve que ir a los hospitales nacionales para visitar a los enfermos. Traté de convencer a mi superior para hacer otro curso pero él amablemente insistió en que debía hacer el de Pastoral de Salud (CPE) como parte de mi formación sacerdotal. Acepté ir y hacer el curso porque sentí el apoyo de mi superior, a pesar de que los hospitales me asustaban y eran lugares muy deprimente para mí.

Cada vez que iba a visitar a los enfermos regresaba a casa muy cansado física y emocionalmente, sintiéndose como una batería gastada.

Cada visita probaba mis límites, muchas veces quise dejarlo todo y ceder ante la tentación de que eso no era para mí, que nunca podría.

La perseverancia, el apoyo de mi guía espiritual y la oración me ayudó mucho a superar poco a poco mis miedos. Gradualmente sentí más confianza al visitar, hablar y orar con ellos.

Esos tiempos intensos han sido un gran entrenamiento para mi vida y ministerio sacerdotal.
Ahora los visito en solidaridad con ellos, ejerciendo el tierno amor, la paciencia y la compasión que me enseñaron en cada visita. Aprendí a ser solidario y fraterno con los pacientes, las enfermeras y los médicos.

La persona enferma vive el misterio de la fe de modo profundo y fructífero porque sus espíritus luchan y esperan la consolación de Dios, manteniendo la esperanza, la fe y el amor vivo.

Nuestras baterías se gastan pero nunca mueren, por eso, siempre podemos sucumbir ante el pecado. Sin importar nuestra edad, el diablo siempre va a tratar de llevarnos por mal camino. No podemos darnos el lujo de ser demasiados confiados y ponernos en ocasiones peligrosas y de riesgo. El motor del diablo está siempre en marcha.

OREMOS
Padre Celestial, concédeme 
la sabiduría y la prudencia.
Demasiado a menudo 
me digo a mí mismo
que puedo manejar esta situación.
Me olvido de que soy débil, y que 
nunca hay que jugar con el diablo.
Ayúdame a no ponerme cerca
de la ocasión del pecado.
Dame Tu Espíritu Santo
para crecer en sabiduría y prudencia.
Con tu gracia yo te seguiré siempre.
Amén.


¿Qué áreas y ocasiones de pecado debo evitar?

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