lunes, 28 de noviembre de 2022

Oraciones para el Adviento



Oraciones para encender la corona:

Primer domingo 
Encendemos, Señor, esta luz,
como aquel que enciende su lámpara
para salir en la noche,
al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.

Muchas sombras nos envuelven.
Muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda,
y la alegría más verdadera.

¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!


Segundo domingo 
Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.

Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.

Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas,
y mantengas en nuestro corazón
encendida la esperanza.

Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!


Tercer domingo 
En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.

Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar!
Preparen sus caminos, porque ya se acerca.

Adornen su alma
como una novia que se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.

Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.

¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos con tu luz, caliéntanos en tu amor! 



Cuarto domingo 
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, 
pensamos en Ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.

Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.

Nadie te recibió con más alegría.

Te sembraste en Ella,
como el grano de trigo se siembra en el surco.
Y en sus brazos encontraste la cuna más hermosa.

También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.

¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!



Plegaria breve para repetir cada domingo 
Jesús, ven entre nosotros.
Nosotros queremos compartir tu venida.
Nosotros queremos recibirte.
Nosotros esperamos que nos traigas tu luz, tu paz, tu amor. Amén.



Salmo 138 (139)

Salmos 139 - Biblia de nuestro Pueblo 
1. Señor, tú me sondeas y me conoces. 
2. Sabes cuando me siento o me levanto, 
de lejos percibes mis pensamientos; 
3. disciernes mi camino y mi descanso, 
todas mis sendas te son familiares. 
4. Aún no ha llegado la palabra a mi lengua, 
y ya, Señor, la conoces toda. 
5. Me estrechas por detrás y por delante, 
apoyas sobre mí tu palma. 

6.
Tanto saber me sobrepasa, 
es sublime y no lo alcanzo. 
7. ¿Adónde me alejaré de tu aliento?, 
¿adónde huiré de tu presencia? 
8. Si subiera al cielo, allí estás tú; 
si me acostara en el abismo, allí estás; 
9. si me remontara con las alas de la aurora 
para instalarme en el confín del mar, 
10. aun allí me guiaría tu izquierda 
y tu derecha me aferraría. 

11.
Si dijera: que me encubra la tiniebla 
y la luz se haga noche en torno a mí, 
12. ni la tiniebla es tenebrosa para ti, 
aun la noche es luminosa como el día: 
la tiniebla es como la luz del día. 
13. Tú formaste mis entrañas, 
me tejiste en el seno materno. 
14. Te doy gracias porque eres prodigioso: 
soy un misterio, misteriosa obra tuya; 
y tú me conoces hasta el fondo, 
15. no se te oculta mi osamenta. 
Cuando en lo oculto era formado, 
entretejido en lo profundo de la tierra, 
16. tus ojos veían mi ser informe. 
En tu libro estaban escritos todos mis días,
ya planeados, antes de llegar el primero. 
17. ¡Qué insondable me resultan tus pensamientos, 
oh Dios, qué incalculable su suma! 
18. Si los cuento, son más que granos de arena; 
y aunque terminara aún me quedarías tú. 


19. Si mataras, oh Dios, al malvado 
y se alejasen de mí los sanguinarios, 
20. pues hablan de ti dolosamente, 
y tus adversarios cuchichean en vano. 
21. ¿No odiaré a quienes te odian, Señor? 
¿No detestaré a quienes se levantan contra ti? 
22. Los odio con odio sin límites, 
los tengo por enemigos. 
23. Oh Dios, sondéame y conoce mi corazón, 
examíname y conoce mis pensamientos. 
24. Mira, si mi camino es errado 
y guíame por el camino recto. 
La Biblia de Nuestro Pueblo Luis Alonso Schökel, SJ (Traductor) ©

sábado, 26 de noviembre de 2022

Oraciones de San Columbano, abad.

Señor Jesucristo, dulcísimo Salvador nuestro

Señor Jesucristo, dulcísimo Salvador nuestro
dígnate encender tú mismo nuestras lámparas
para que brillen sin cesar en tu templo
y de ti, que eres la luz perenne,
reciban ellas la luz indeficiente
con la cual se ilumine nuestra oscuridad
y se alejen de nosotros las tinieblas del mundo.

 Te ruego, Jesús mío, que con tu resplandor,
enciendas tan intensamente mi lámpara
que, a la luz de una claridad tan intensa,
pueda contemplar el santo de los santos
que está en el interior de aquel gran templo,
en el cual tú, 
Pontífice eterno de los bienes eternos, has penetrado; 
que allí, Señor, te contemple continuamente
y pueda así desearte, amarte y quererte solamente a ti,
para que mi lámpara, en tu presencia, 
esté siempre luciente y ardiente.


Te Pido, Salvador Amantísimo
Te pido, Salvador amantísimo,
que te manifiestes a nosotros,
que llamamos a tu puerta,
para que, conociéndote,
te amemos sólo a ti y únicamente a ti;
que seas tú nuestro único deseo,
que día y noche meditemos sólo en ti
y en ti únicamente pensemos.

 Alumbra en nosotros
un amor inmenso hacia ti,
cual corresponde a la caridad
con la que Dios debe ser amado y querido;
que esta nuestra dilección hacia ti
invada todo nuestro interior y nos penetre totalmente,
y hasta tal punto inunde todos nuestros sentimientos
que nada podamos ya amar fuera de ti, el único eterno.

 Así,
por muchas que sean las aguas de la tierra y del firmamento
nunca llegarán a extinguir en nosotros la caridad,
según aquello que dice la Escritura:
Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor.

 Que esto llegue a realizarse,
al menos parcialmente,
por don tuyo, Señor Jesucristo,
a quien pertenece la gloria
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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sigo siendo un siervo de Dios
Soy una criatura humilde, pero sigo siendo un siervo de Dios,
y espero que él elija despertarme del letargo.

¡Espero que me prenda fuego con la llama de su amor divino,
la llama que arde sobre las estrellas,
para que me llene de deseo por su amor
y su fuego arda siempre dentro de mí!

¡Espero poder merecer esto, que mi pequeña lámpara
arda toda la noche en el templo del Señor
y brille sobre todos los que entran en la casa de Dios!

Señor, te ruego en el nombre de Jesucristo, tu Hijo y Dios mío,
dame un amor que no tropiece
para que mi lámpara se encienda, y no se apague nunca:
que arda en mí y alumbre a los demás.

Y tú, Cristo, nuestro bondadoso Salvador,
en tu bondad enciende nuestras lámparas
para que brillen eternamente en tu templo
y alumbren nuestras tinieblas y disipen las sombras del mundo. 

Te ruego, Jesús mío, llena mi lámpara con tu luz.
A su luz déjame ver el lugar más santo de los santos,
tu propio templo donde entras
como el eterno Sumo Sacerdote de los eternos misterios.

Déjame verte, verte, desearte. Déjame amarte como te veo,
y antes de que mi lámpara brille siempre, arda siempre.

Amado Salvador, muéstrate a nosotros
que te rogamos te nos muestres.

Déjanos conocerte, déjanos amarte,
déjanos amarte solo a ti,
déjanos desearte solo, déjanos pasar nuestros días
y noches meditando solo en ti,
déjanos estar siempre pensando en ti.

 Llénanos de amor por ti,
déjanos amarte con todo el amor
que es tu derecho como nuestro Dios.

Deja que ese amor nos llene y nos posea, deja que abrume nuestros sentidos
hasta que no podamos amar nada más que a ti, porque eres eterno.

Danos ese amor que todas las aguas del mar,
la tierra, el cielo no pueden apagar:
como está escrito, amor que ningún diluvio puede apagar,
ningún torrente ahogar.
Lo que se dice en el Cantar de los Cantares
puede hacerse realidad en nosotros (al menos en parte)
si tú, nuestro Señor Jesucristo, nos das esa gracia.
A ti sea gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Enciende mi Lámpara

Te ruego, Jesús mío,
que enciendas tan intensamente
mi lámpara con tu resplandor que,
a la luz de una claridad tan intensa,
pueda contemplar el santo de los santos
que está en el interior de aquel gran templo,
en el cual tú, Pontífice eterno de los bienes eternos,
has penetrado;
que allí, Señor, te contemple continuamente
y pueda así desearte, amarte y quererte solamente a ti,
para que mi lámpara, en tu presencia,
esté siempre luciente y ardiente.
(San Columbano. Instrucción espiritual 12, 3)
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Manifiéstate a Nosotros

Te pido, Salvador amantísimo,
que te manifiestes a nosotros,
que llamamos a tu puerta, para que,
conociéndote, te amemos sólo a ti
y únicamente a ti;
que seas tú nuestro único deseo,
que día y noche meditemos sólo en ti,
y en ti únicamente pensemos.
Alumbra en nosotros un amor inmenso hacia ti,
cual corresponde a la caridad
con la que Dios debe ser amado y querido (…)
y hasta tal punto inunde todos nuestros sentimientos,
que nada podamos ya amar fuera de ti, el único eterno.
Así, por muchas que sean las aguas de la tierra y del firmamento,
nunca llegarán a extinguir en nosotros la caridad, según aquello que dice la Escritura:
Las aguas torrenciales no podrán apagar el amor.
Que esto llegue a realizarse, al menos parcialmente, por don tuyo, Señor Jesucristo,
a quien pertenece la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
(San Columbano. Instrucción espiritual 12, 2)

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 Dice San Columbano, por muy grande que sea la tormenta que intente arrastrarnos
no podrá extinguir el amor de Dios, la Caridad que es Dios mismo en nosotros.

Por eso sólo podemos orar a Dios para que haga posible en nosotros Su presencia divina.

La Luz de Cristo nos permite vernos tal cual somos
y dejar de temer que otros vean lo que somos.
La Luz que muestra la presencia de Dios en todos y en todo.

Sin esta Luz no podremos amar a nuestros hermanos, aunque se comporten como enemigos.

 

miércoles, 20 de julio de 2022

Oración por un amigo enfermo - en un peligro mortal – Salmos 88 y 19

Señor, mi Dios, te clamo a ti de día, 
y de noche me quejo en tu presencia.
Que hasta ti llegue mi oración,
presta atención a mi clamor. 

Pues de pruebas mi alma está saturada
y mi vida está al borde del abismo.

Estoy encerrado y no puedo salir,
el sufrimiento mis ojos ha gastado. 
Señor, a ti clamo todo el día,
y mis manos extiendo hacia ti.

¿Harás milagros para los difuntos, 
se levantarán sus sombras para alabarte?
¿Se hablará de tu bondad entre los muertos, 
de tu lealtad donde todo está perdido?
¿Admirarán tus maravillas en lo oscuro, 
y tu justicia en la tierra del olvido?

Yo, por mi parte, clamo a ti, Señor,
y de mañana sube a ti mi oración.


Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

nosotros invocamos el nombre del Señor, Dios nuestro.
Escúchanos cuando te invocamos.


(Del Salmo 88 y del Salmo 19)
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Oración por un amigo enfermo

Amigo mío,
debes de saber que te amo y tu vida me interesa. 
Es por eso que he doblado mis rodillas por ti, 
clamando al Dios omnipotente que te guarde, 
que en todos tus asuntos te proteja. 

Le pido a Dios
que te de serenidad y te cobije con su luz; 
si es que hay tinieblas
que quieran hacerte tropezar 
y la negra maldad con amargura
quiera quitarte aquello que tú aprecias:

Señor dale a mi amigo paz, muéstrale que no lo has abandonado, 
que para él hay un propósito especial y para una misión tú lo has llamado. 

Derrama en él tu Espíritu divino, 
rodéalo de ángeles que en todos sus caminos peleen por él la cruel batalla por su vida. 

Que tu poder sane toda enfermedad, toda herida aún abierta del pasado. 

Sana su cuerpo, sana su alma, sana su mente, 
da a mi amigo una inesperada bendición 
que le muestre el Dios soberano que tú eres.

Señor te doy gracias por este bello ángel que has enviado a mi lado, 
porque aún a veces más cercano que un hermano está; 
puedo contar con él siempre, 
así Jesús como también cuento contigo.

Señor bendice a mi amigo amado.
Amigo, amiga, no te apartes jamás de Jesús.

Oración escrita por Hermes Alberto Carvajal

Rosario Bíblico para orar por los Difuntos

Introducción                                                                                                                        

L./ Ave María Purísima.
R./ Sin pecado concebida. 
T./ Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro.
L./ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 
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L./ Símbolo/Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre, Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Y en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor;
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo;
y nació de Santa María Virgen;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato;
fue crucificado, muerto y sepultado;
descendió a los infiernos;
al tercer día resucitó de entre los muertos;
subió a los cielos
y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso;
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica;
la comunión de los santos; 
el perdón de los pecados;
la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
 
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Por costumbre, algunos rezan el Acto de Contrición, otros no. Puede usarse otra versión aceptada.

El Acto de Contrición

L./Para que nuestra oración pueda agradar a Dios, purifiquemos nuestro corazón,
arrepintiéndonos de nuestros pecados. Recemos todos juntos el Acto de Contrición. 

T./ Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, creador y redentor mío;
     por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas,
     me pesa de todo corazón haberte ofendido,
     propongo enmendarme y confesarme a su tiempo;
     ofrezco todo cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados  
     y confío en tu bondad y misericordia infinitas que me perdonarás,
    por tu preciosa sangre y me darás la gracia para nunca más pecar. Amén.

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 L,/ Abre, Señor, mis labios.
R./ Y mi boca proclamará tu alabanza.
L,/ Dios mío, acude en mi auxilio.
R./ Señor, date prisa en socorrerme.
L,/ Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
R./ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

 L./ Abre, Señor, nuestros labios y limpia nuestros corazones
       de impertinentes pensamientos, ilumina nuestro entendimiento
       con la Luz del Espíritu Santo, para que, atenta, digna y devotamente recemos
       este Santo Rosario; pidiéndote por el eterno descanso de nuestro hermano(a) N…
       Te damos gracias por la vida que le diste y muy especialmente
       por las personas que estamos presentes.

       ¡Oh Dios!, que perdonas y deseas la salvación de todos, imploramos tu clemencia
       para que, por la intercesión de María Santísima y de todos los santos
       concedas a tu siervo (a) N… la gracia de llegar a la Vida Eterna. Amén.
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Contemplamos, en este Santo Rosario los Misterios de Resurrección. 

1.  Jesús resucita al hijo de la viuda de Naím

Lectura Bíblica: (Lc 7, 11-17)
«Poco después Jesús,
en compañía de sus discípulos y de una gran multitud,
se dirigió a un pueblo llamado Naín.

Cuando ya se acercaba a las puertas del pueblo,
vio que sacaban de allí a un muerto,
hijo único de madre viuda.
La acompañaba un grupo grande de la población.

Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo:
“No llores”. Entonces se acercó y tocó el féretro.
Los que lo llevaban se detuvieron,
y Jesús dijo: “Joven, ¡te ordeno que te levantes!” 

El muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. 
Todos se llenaron de temor y alababan a Dios.  
‘Ha surgido entre nosotros un gran profeta, decían: Dios ha venido en ayuda de su pueblo’.
Así que esta noticia acerca de Jesús se divulgó por toda Judea y por todas las regiones vecinas.».

Reflexión
En la antigua Galilea, las mujeres iban al frente de la procesión,
porque, así como la mujer introdujo la muerte en el mundo,
así ellas deben guiar el camino en la procesión fúnebre.

Eran grandes los lamentos y llantos de las mujeres que guiaban al féretro,
al igual que el resto del pueblo que seguía a la procesión. 
Jesús sanaba a la gente de diferentes maneras, pero cuando resucitaba muertos,
lo hacía siempre hablándole al muerto, devolvía la vida con su palabra. 

Se reza:
1 Padre Nuestro, 10 Ave Marías, 1 Gloria. 

Jaculatoria: Por costumbre, se usa una de las tres siguientes:

Oh Jesús mío, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

(opción 2) María, Madre de gracia, Madre de misericordia,
defiéndenos de nuestros enemigos 
y ampáranos
ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Amén!
 

(opción 3) María, Madre de gracia, Madre de misericordia,
en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora. Amén.

Oración
Oremos para que Jesucristo que es la Resurrección
y la Vida, sane mi tristeza y mi dolor, así como de la persona por la que oramos,
y nos devuelva la alegría y la paz interior como lo hizo con la viuda de Naím.
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2.       Jesús resucita a la hija de Jairo    

Lectura Bíblica: Mc 5:22-24. 35-43
Llegó un oficial de la sinagoga, llamado Jairo,
y al ver a Jesús, se postró a sus pies suplicándole: ‘
Mi hija está agonizando; 
ven e impón tus manos sobre ella para que se mejore y siga viviendo.’  

Jesús se fue con Jairo; llegaron algunos
de la casa del oficial de la sinagoga para informarle:
‘Tu hija ha muerto. 
¿Para qué molestar ya al Maestro?’
Jesús se hizo el desentendido y dijo al oficial: 
“No tengas miedo, solamente ten fe.”

Pero no dejó que lo acompañaran más que Pedro,
Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 
Cuando llegaron a la casa del oficial, Jesús vio un gran alboroto:
unos lloraban y otros gritaban.

Jesús entró y les dijo: “¿Por qué este alboroto y tanto llanto?
La niña no está muerta, sino dormida.” Y se burlaban de él. 
Pero Jesús los hizo salir a todos, tomó consigo al padre,
a la madre y a los que venían con él, y entró donde estaba la niña.
Tomándola de la mano, dijo a la niña: «Talitá kumi»,
que quiere decir: “Niña, te lo digo, ¡levántate!”
La jovencita se levantó al instante y empezó a caminar (tenía doce años).

¡Qué estupor más grande! Quedaron fuera de sí.
Pero Jesús les pidio insistentemente que no lo contaran a nadie,  
y les dijo que dieran algo de comer a la niña.

Reflexión
Jesús la trae de la muerte porque es Dios y él hace todo para darnos esperanza de vida eterna.
El resucitado que vive por siempre un día levantará
a los que crean en él para vivir con él. ¡Una gran esperanza y un gran Dios! 

Se reza:
1 Padre Nuestro, 10 Ave Marías, 1 Gloria.

Jaculatoria:
Oh Jesús mío, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

(opción 2) María, Madre de gracia, Madre de misericordia,
defiéndenos de nuestros enemigos 
y ampáranos
ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Amén!

Oración
Oremos para que Jesucristo que es la Resurrección y la Vida,
resucite en mí y en la persona por la que oramos la esperanza en la felicidad y la vida eterna.
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3.  Jesús resucita a Lázaro

Lectura Bíblica: Jn 11, 1-54 

les dijo: “Nuestro amigo Lázaro se ha dormido y voy a despertarlo.”
Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

Marta dijo a Jesús:
‘Si hubieras estado aquí, 
mi hermano no habría muerto.
Pero aun así,
yo sé que puedes pedir a Dios 
cualquier cosa, y Dios te lo concederá.’

Le dijo Jesús: “Yo soy la resurrección (y la vida). 
El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”

contestó: ’Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios,
el que tenía que venir al mundo.’

Jesús ordenó: “Quiten la piedra.” 

Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: 
“Te doy gracias, Padre, porque me has escuchado.
Yo sabía que siempre me escuchas; pero lo he dicho por esta gente, para que crean que tú me has enviado.”

Al decir esto, gritó con fuerte voz: ”¡Lázaro, sal fuera!” Y salió el muerto.
Tenía las manos y los pies atados con vendas y la cabeza cubierta con un velo.
Jesús les dijo: “Desátenlo y déjenlo caminar.”

Muchos judíos que habían ido a casa de María creyeron en Jesús.

Reflexión
Antes de resucitar a Lázaro, Jesús agradece a su Padre por escucharlo siempre.
Hace el milagro para que todos crean que Dios Padre lo envió
al pueblo de Israel y de todo el mundo para salvarnos.
Envidiosos, los Fariseos y los sumos sacerdotes querían matar a Jesús
para que la gente no se vuelva sus seguidores.

Se reza:
1 Padre Nuestro, 10 Ave Marías, 1 Gloria. 

Jaculatoria:
Oh Jesús mío, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

(opción 2) María, Madre de gracia, Madre de misericordia,
defiéndenos de nuestros enemigos 
y ampáranos
ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Amén!

Oración
Jesucristo: tú que eres la Resurrección y la Vida, ayúdanos a que yo y la persona por quien oro,
recordemos que el Padre siempre oye nuestra oración,
que creamos en más en Ti, el Cristo, el Dios de la esperanza, la paz y la vida eterna.
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4.  Jesús ofrece resurrección a Dimas

Lectura Bíblica: Lc 23, 39-43   

Uno de los malhechores
que estaban crucificados con Jesús lo insultaba:
‘¿No eres tú el Mesías?
¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros!’

Pero el otro lo reprendió diciendo:
‘¿No temes a Dios tú,
que estás en el mismo suplicio?
Nosotros lo hemos merecido
y pagamos por lo que hemos hecho,
pero éste no ha hecho nada malo.’
Y añadió:
’Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.’
Jesús le respondió: “En verdad te digo
que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.”

 Reflexión
Jesús habla de esperanza a su compañero de martirio,
un ladrón a quien la tradición da el nombre de Dimas, aunque en los evangelios es anónimo.

La palabra de Jesús opera algo tan sorprendente 
que, de repente, su corazón da un vuelco y se le abren los ojos de la fe. 
Ha oído de labios de Jesús la palabra Padre. 
¿Quién es este ajusticiado que puede llamar a Dios Padre,
y al mismo tiempo interceder por sus verdugos?
¡Oh, si él pudiera dirigirse a Dios con esa paz y tranquilidad de espíritu!
El ladrón cree en Dios, pero, como tanta gente de hoy, conoce al Creador muy superficialmente.

Se reza:
1 Padre Nuestro, 10 Ave Marías, 1 Gloria. 

Jaculatoria: Por costumbre, se usa una de las tres siguientes:
Oh Jesús mío, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia. 

(opción 2) María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos
y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Amén! 

(opción 3) María, Madre de gracia, Madre de misericordia,
en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora. Amén.


Oración
Oremos para que Jesucristo que es la Resurrección y la Vida,
sane mi tristeza y mi dolor, así como de la persona por la que oramos,
y nos restaure la paz interior como lo hizo con Dimas en la Cruz. 
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5.  Pedro resucita a Tebita (Dorcas)

Lectura Bíblica:
Hechos 9: 36-42
En Jope había una discípula llamada Tabita (o Dorcas en griego),
que quiere decir Gacela.

Hacía muchas obras buenas y siempre ayudaba a los pobres.
Por aquellos días enfermó y murió: 
después de lavar su cuerpo,
lo pusieron en la habitación del piso superior.
Como Lida está cerca de Jope, 
los discípulos, al saber que Pedro estaba allí, 
mandaron a dos hombres con este recado: 
‘Ven inmediatamente a donde nosotros’.

Pedro se fue sin más con ellos.
Apenas llegó lo hicieron subir a la habitación del piso superior,
donde le presentaron a todas las viudas que estaban llorando
y le mostraban las túnicas y mantos que Tabita hacía
mientras vivía con ellas.
Pedro hizo salir a todos, 
se puso de rodillas y oró.
Luego se volvió al cadáver y dijo: “Tabita, levántate.” 
Ella abrió los ojos, reconoció a Pedro y se sentó.

Él le dio la mano y la ayudó a levantarse; luego llamó a los santos y a las viudas y se la presentó viva.
Esto se supo en todo Jope y muchos creyeron en el Señor.


Reflexión
Los Apóstoles continúan la obra de amor de Jesús. 
En el Nombre de Jesucristo San Pedro resucita a Tabita (Tzebiyah: hebreo y Dorcas en griego)
una judía caritativa de la sinagoga de Yafah o Joppa que hacía prendas de vestir
para las viudas necesitadas y la reincorpora en las tareas de la comunidad cristiana. 

Se reza:
1 Padre Nuestro, 10 Ave Marías, 1 Gloria.

Jaculatoria: Por costumbre, se usa una de las tres siguientes:

Oh Jesús mío, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

 (opción 2) María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos
y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Amén! 

(opción 3) María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora. Amén.

Oración
Oremos a Jesucristo que es la Resurrección y la Vida,
para que fortalezca mi servicio en la comunidad cristiana.
Que esperemos y trabajemos juntos hasta encontrarnos con el Resucitado victorioso,
Jesús el Dios de la Vida y de la historia.
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La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.

A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. 

Ea, pues, Señora nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! 

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.  ¡Amén!

Al terminar el rezo de los 5 misterios del día (o los 20 si se rezan los 4 ciclos de misterios) algunos rezan:

Dios te salve, María, Hija de Dios Padre,
llena eres de gracia; el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.  Amén.

Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo,
llena eres de gracia; el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.  Amén. 

Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo, 
llena eres de gracia; el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.  Amén.
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Letanías Laureteanas
Por costumbre, y luego de finalizar el rezo de todos los misterios del Santo Rosario, algunos rezan:

V. Señor, ten misericordia de nosotros.         R.  Señor, ten misericordia de nosotros.
V. Señor, ten misericordia de nosotros.         R.  Señor, ten misericordia de nosotros.
V. Señor, ten misericordia de nosotros.         R.  Señor, ten misericordia de nosotros. 

V. Cristo, óyenos.                                                      R.  Cristo, óyenos.
V.
 Cristo, escúchanos.                                             R.  
Cristo, escúchanos.

V. Dios, Padre Celestial.                                         R.  Ten piedad y misericordia de nosotros.
V.
 Dios Hijo, Redentor del mundo.                    R.  
Ten piedad y misericordia de nosotros.
V.
 Dios Hijo, Redentor del mundo.                    R.  
Ten misericordia de nosotros.
V.
 Dios Espíritu Santo.                                            R.  
Ten misericordia de nosotros.
V.
 Trinidad Santa, un solo Dios.                         R.  
Ten misericordia de nosotros.


V.  Santa María.                                                          R.  Ruega por nosotros.
V.  Santa Madre de Dios.                                        R.  Ruega por nosotros.
V. Santa Virgen de las vírgenes.                         R.  Ruega por nosotros.

V. Madre de Cristo.                                                   R.  Ruega por nosotros.
V. Madre de la Iglesia.                                             R.  
Ruega por nosotros.
V. Madre de la divina gracia.                                R.  
Ruega por nosotros.
V. Madre purísima.                                                  R.  
Ruega por nosotros.
V. Madre castísima.                                                 R.  
Ruega por nosotros.
V. Madre virginal.                                                    R.  
Ruega por nosotros.
V. Madre sin mancha.                                             R.  
Ruega por nosotros. 
V. Madre inmaculada.                                            R.  Ruega por nosotros. 
V. Madre amable.                                                     R.  Ruega por nosotros. 
V. Madre admirable.                                               R.  Ruega por nosotros. 
V. Madre del Buen Consejo.                                 R.  Ruega por nosotros. 

V. Madre del Creador.                                            R.  Ruega por nosotros. 
V. Madre del Salvador.                                          R.  Ruega por nosotros. 

V. Virgen prudentísima.                                       R.  Ruega por nosotros. 
V. Virgen digna de veneración.                          R.  Ruega por nosotros. 
V. Virgen digna de alabanza.                             R.  Ruega por nosotros. 
V. Virgen poderosa.                                               R.  Ruega por nosotros. 
V. Virgen clemente.                                               R.  Ruega por nosotros. 
V. Virgen fiel.                                                           R.  
Ruega por nosotros.

V. Espejo de justicia.                                             R.  Ruega por nosotros.  
V. Trono de sabiduría.                                         R.  Ruega por nosotros. 
V. Causa de nuestra alegría.                              R.  Ruega por nosotros. 
V. Vaso espiritual.                                                  R.  Ruega por nosotros.  
V. Vaso digno de honor.                                       R.  Ruega por nosotros.
V. Vaso insigne de devoción.                             R.  Ruega por nosotros.
V. Rosa mística.                                                      R.  Ruega por nosotros. 
V. Torre de David.                                                 R.  Ruega por nosotros. 
V. Torre de marfil.                                                R.  Ruega por nosotros.
V. Casa de Oro.                                                       R.  Ruega por nosotros.
V. Arca de la Alianza.                                           R.  Ruega por nosotros.
V. Puerta del cielo.                                               R.  Ruega por nosotros.
V. Estrella de la mañana.                                   R.  Ruega por nosotros.
V. Salud de los enfermos.                                  R.  Ruega por nosotros.
V. Refugio de los pecadores.                            R.  Ruega por nosotros.
V. Consuelo de los afligidos.                            R.  Ruega por nosotros.
V. Auxilio de los cristianos.                             R.  Ruega por nosotros.

V. Reina de los Ángeles.                                    R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de los Patriarcas.                               R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de los Profetas.                                   R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de los Apóstoles.                                R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de los Mártires.                                  R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de los Confesores.                             R.  Ruega por nosotros.

V. Reina de los Misioneros.                            R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de las Vírgenes.                                 R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de los Santos.                                     R.  Ruega por nosotros. 
V. Reina concebida sin pecado original.  R. Ruega por nosotros.
V. Reina elevada al cielo.                                R.  Ruega por nosotros.
V. Reina del Santísimo Rosario.                   R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de la familia.                                      R.  Ruega por nosotros.
V. Reina de la paz.                                             R.  Ruega por nosotros
 

V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.         R.  Perdónanos, Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.         R.  Escúchanos, Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.         R.  Ten misericordia de nosotros.
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Bajo Tu Protección
Bajo tu protección nos acogemos Santa Madre de Dios,
no desoigas nuestras súplicas en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita. 

V.  Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
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Oración Conclusiva
Te suplicamos, Señor,
que derrames tu gracia en nuestras almas
para que lo que, por el anuncio del Ángel,
hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo,
por su Pasión y Cruz,
seamos llevados a la gloria de la Resurrección.
Por Jesucristo Nuestro Señor. ¡Amén!
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Para ayudarnos en el Duelo
- Sentarse a la mesa juntos
- Compartir los momentos alegres de quien ha partido
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- Compartir sus virtudes para aprender de ellas
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