miércoles, 6 de diciembre de 2017

Bendición de la Corona de Adviento Misionera - Is 11, 1-10



Significado de la corona del Adviento 


El uso de la Corona de Adviento es una práctica tradicional que encontró su lugar tanto en la Iglesia,  como en el hogar. 

La Corona de Adviento se hace con ramas perennes que se arman formando un círculo. 
Se colocan cuatro velas en la corona, (muchos lo hacen en forma de cruz). 
Las cuatro velas representan las cuatro semanas de Adviento. 
Generalmente, tres velas son moradas y una es rosada. Algunos prefieren usar velas blancas que simbolizan la pureza del que viene. 
Las velas púrpuras, en particular, simbolizan: la oraciónla penitencia, los sacrificios preparatorios y las buenas acciones realizados en este momento. 
La vela rosada se enciende el tercer domingo, cuando el sacerdote también usa vestimentas de ese color durante la Santa misa. 
A este tercer Domingo se le conoce como el domingo de Gaudete o el domingo de la alegría, porque los fieles han llegado al punto medio de Adviento, cuando la preparación ya ha pasado la mitad y están más cerca de la Navidad. 

El encendido progresivo de las velas nos recuerda que la luz de la fe ilumina la expectativa y la esperanza que rodea la primera venida de nuestro Señor al mundo, así como la anticipación y espera de su segunda venida para juzgar a los vivos ya los muertos. 

Bendición de la corona del Adviento.

La bendición de la corona de Adviento se hace el primer domingo de Adviento o el sábado por la  tarde antes del primer domingo de Adviento.

Si la bendición de la corona de Adviento se hace en el hogar, lo apropiado es que sea bendecida por el Papá, la Mamá u otro miembro de la familia. 

Todos hacen que el signo de la cruz cuando el líder dice:

C: Nuestra ayuda está en el nombre del Señor.
R/. ¡Que hizo el cielo y la tierra!

Entonces se lee, Isaías 9: (versos 1-2 y 5-6) o Isaías 11, 1-10 ó Isaías 63 (versos 16-17 y 19) o Isaías 64 (versos 2-7). 

Is 11, 1-10
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará el espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de piedad y temor de Dios.


No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas;
defenderá con justicia al desamparado
y con equidad dará sentencia al pobre;
herirá al violento con el látigo de su boca,
con el soplo de sus labios matará al impío.
Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura.


Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito,
el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará.
La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas.
El león comerá paja con el buey.

El niño jugará sobre el agujero de la víbora;
la creatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago por todo mi monte santo,
porque así como las aguas colman el mar,
así está lleno el país de la ciencia del Señor.

Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos,
la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada.


Al final de la lectura, el Lider dice:

C: Palabra del Señor.
R/. Demos gracias a Dios.


Con las manos juntas, el líder dice:

C: Señor nuestro Dios,
Te alabamos por tu Hijo, Jesucristo:
Él es Emmanuel, la esperanza de los pueblos,
Él es la sabiduría que nos enseña y nos guía,
Él es el Salvador de cada nación.

Señor Dios,
que tu bendición descienda sobre nosotros
ahora que encendemos las velas de esta corona.

Que la corona y su luz
Sean signos de que la promesa de Cristo 
de traernos la salvación es real.

Que llegue pronto y no demore.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
R/. Amén.

Después de la Oración de Bendición el Lider puede rociár la crona con AGUA BENDITA. 

La bendición puede concluir con un verso de "Oh Ven, Ven, Emmanuel":

¡Oh, ven, deseo de todas las naciones!
une los corazones de la humanidad;
Haz que la tristeza cese
Y sé tú nuestro príncipe de la paz.

¡Alégrate! ¡goza! Emmanuel
Vendrán a ti, oh Israel.

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Lectura OPCIONAL

Is 63, 16-17. 19
Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor;
ése es tu nombre desde siempre.
¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos
y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte?
Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad.
Ojalá rasgaras los cielos y bajaras,
estremeciendo las montañas con tu presencia.

Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia.
Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti,
hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él.
Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia
y no pierde de vista tus mandamientos.


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